Hace años que saltó la noticia del compromiso de Miley Cirus con Liam Hemsworth. Tanto que incluso les dio tiempo a romper su relación entre medias haciendo perder todas las esperanzas de ver a la Hannah Montana de la infancia de millones de personas y a la luego alocada Miley Cyrus que colocó el tuerking al nivel de popularidad que se merece, vestida de de largo y de blanco. Y, ya de paso, asentando la cabeza.
Y cuando ya parecía que eso se había quedado en una utopía, ocurrió todo. A puerta cerrada, en el salón de una mansión y en plenas Navidades. Así fue como la cantante y el actor pasaron a ser marido y mujer. El enlace tuvo lugar también en la más estricta intimidad y fueron unas fotografía de algunos invitados los que hicieron saltar las alarmas. Pero eran un poco desconcertantes: Miley Cyrus vestida de blanco y su madre en jeans. ¿Era así la boda que tanto se había hecho esperar?
Perfecto para bailar descalza, a lo Miley Cyrus
Efectivamente. Así fue. Pero pese a que los looks de los invitados podrían dar lugar para un largo debate, aquí lo importante era la novia. Como en todas las bodas. Para un día tan especial la famosa Hannah Montana escogió a Vivienne Westwood, la diseñadora que en décadas pasadas fue la precursora de la estética punk y conoce la esencia de la joven como la palma de su mano.
Por eso el vestido no podía ser más certero. Blanco -por supuesto- en un tejido de raso que lo hacía ligero y perfecto para que la novia pudiese bailar hasta cansarse después de pronunciar el 'sí, quiero'. Y así lo hizo y así lo grabó su ya marido. Además de esto, el vestido también era con los hombros descubiertos, escote en corazón y un drapeado en la cadera. Un diseño perfecto que no necesitó de nada más. Y así se lo tomó Cyrus de literal, que aparece descalza dándolo todo ante el árbol de navidad. ¡Pues que vivan los novios!