Diana de Gales fue una mujer que traspasó modas y se convirtió en un icono de estilo. Aunque sus primeras apariciones públicas mostraban a una joven ciertamente convencional en su forma de vestir, ya permitían intuir ese gusto por la moda y las tendencias que la convertirían en el referente que es hoy en día. De hecho, el vestido que lució en su primera aparición pública tras el anuncio de su compromiso supuso un desafío al estricto protocolo de la monarquía inglesa.
Pero la mayor prueba de la expectación que levantaba Diana de Gales tuvo lugar el día de su boda. Para dicho evento volvió a vestir una creación de los Emanuels. El vestido, de corte romántico, confeccionado en seda de color marfil y con 10.000 perlas y una cola de 25 metros, se convirtió en el modelo más imitado por las novias de todo el mundo durante la década de los ochenta.
Los estilos de Lady Di
El estilo glamuroso de la Lady Di no empezó a manifestarse hasta 1984, tras el nacimiento de su segundo hijo. Hasta entonces, el vestuario de la princesa fue bastante tradicional y habitualmente se componía de faldas largas, blusas con lazos o volantes, pantalones de vestir y chalecos sin mangas. Su estilo personal sólo se mostraba en las galas oficiales, donde la princesa seguía exhibiendo vestidos de diseñadores británicos entre los que destacaban Murray Arbaid y, por supuesto, los Emanuels.
A partir de 1984, el cambio de estilo de la princesa se hace más manifiesto. La diseñadora Catherine Walker empieza a asesorar a la princesa. A ella se deben algunos de los vestidos con los que Ladi Di apareció en las portadas de prestigiosas revistas como Time, Women's Weekly o People. Diana se rodeó de nuevos diseñadores como Bruce Oldfield, Zandra Roberts y Victor Edelstein, este último creador del vestido de terciopelo azul con el que Lady Di bailó con John Travolta en la Casa Blanca. Todas las creaciones de estos diseñadores fueron vestidas por la princesa en actos oficiales.
Pero una nueva imagen de la princesa empezaba a mostrarse no sólo en actos oficiales. Sus faldas se fueron acortando y empezó a lucir escotes redondeados. Su interés por las tendencias se hacía más evidente y su estilo empezaba a apreciarse de forma permanente.
En diciembre de 1992, el Primer Ministro inglés anunció la separación de los príncipes de Gales. Su ruptura supuso una liberación para Diana de Gales, a la que ya nada impedía hacer gala de un estilo personal donde podía apreciarse su buen gusto. Por sugerencia de su hijo William, subastó sus vestidos de la realeza con fines benéficos. Su pasado de princesa había quedado definitivamente atrás.
Es en esta época en la que la nueva Diana es fotografiada por Mario Testino, que consigue captar la energía y sentido del humor de la princesa en unas fotografías llenas de estilo y glamour en las que, por primera vez desde que empezó su vida pública, Lady Di se reconocía a sí misma.
Su interés por la moda y las tendencias lleva a la princesa a contactar con diseñadores extranjeros de la talla de Valentino, Versace, Dior o Chanel. Los nuevos vestidos de Lady Di mostraban a una mujer segura de sí misma que no temía lucir su cuerpo. La transformación de Diana se había completado. Había nacido el icono de moda y estilo que perduraría a través del tiempo.
Los diseñadores de Diana de Gales
Como ya se ha dicho, muchos han sido los diseñadores que colaboraron con la princesa de Gales. Junto a los nombrados anteriormente, podría citarse a Christina Stambolian, Bellville Sassoom, Hachi o Jackes Azagury. Todos ellos contribuyeron a crear el estilo de Diana, que fue evolucionando hasta la sofisticación con las creaciones de Versace, Dior, Chanel y Valentino.
Pero no sólo los vestidos convirtieron a la princesa en un referente de moda. Los complementos que lucía eran igualmente admirados, en especial los bolsos sobre y las gargantillas con los que solía adornarse. Dior creó un bolso para ella, el Lady Dior, por el que la princesa sintió tal adoración que lo encargó en diferentes colores y texturas. Actualmente, sigue siendo muy demandado.
Diana, una moda que perdura
El éxito de Diana se basó tanto en su buen gusto como en su acierto a la hora de interpretar la moda y tendencias del momento. La elegancia de la princesa traspasaba sus looks. A pesar de los múltiples cambios en su vida, siempre se mostró fiel a sí misma.
Poseedora de un gran carisma personal, despertó gran cariño y simpatía entre la gente, que la veía como un modelo a seguir no sólo por su belleza sino también por su gran humanidad a la hora de tratar con los más desfavorecidos. Diana era una princesa pero también una mujer que sufría y lloraba ante la injusticia. Su imagen ha llegado a nuestros días con la misma fuerza de hace quince años, cuando falleció en aquel trágico accidente de coche y, sin duda alguna, perdurará a lo largo del tiempo.