Machet (del castellano 'macho' y del latín 'masculus'): Hombre sensible y atrevido con ganas de destacar incluso con la moda, que le apetezca arriesgarse, y que tenga su masculinidad reforzada sin importarle el qué dirán.
Si 'machet' fuera una palabra recogida en la RAE esta podría ser su definición. Un concepto de hombre contemporáneo, del siglo XXI, tan seguro de sí mismo que sus límites no están encorsetados en lo que tradicionalmente se esperaría de un 'macho'. Sería incluso un antónimo de este. Ese es el hombre por el que Lucía Sánchez creó Lemachet, una firma que empezó precisamente diseñando una camisa para su novio, su primer 'machet', y que le hizo darse cuenta del terreno que todavía había por explorar en la industria de la moda masculina.
Ahora, tras presentar su marca en el showroom de la Mercedes Benz Fashion Week de Madrid, hablamos con Lucía para conocerla a ella y conocer Lemachet, la firma que sueña con vestir a Harry Styles y a Timothée Chalamet.
Entrevista con Lucía Sánchez, directora creativa de Lemachet
Bekia: Después de estudiar diseño de moda en Sevilla tuviste tu propia firma homónima, ¿por qué la dejaste?
Lucía Sánchez : Era una marca de moda femenina sin más. Tampoco era excesivamente femenina, era más 'undreground', de calle y más sencilla, pero no tenía un objetivo. Ahora con Lemachet sí que lo tenemos, que es cambiar la moda masculina actual. Todo nace con ese propósito: darle al hombre una nueva moda masculina con la que se sienta cómodo, a gusto, y que también se diferencia del resto. La moda femenina está mucho más 'trillada', es mucho más difícil hacerse un hueco, y en la 'nueva masculinidad' está habiendo una respuesta mucho mayor.
Sobrecamisa de 'Manifiesto', colección otoño/invierno 23 de Lemachet | Foto: Cortesía de LemachetB.: ¿Qué es un 'machet'?
L.S.: Queríamos crear un nuevo concepto de chico, un nuevo 'machote', y creamos ese concepto de 'machet'. Nuestro propio concepto de masculinidad, nuestro propio concepto de hombre, que sería alguien sensible, con ganas de disfrutar y atrevido. Alguien que por supuesto tenga ganas de destacar especialmente con la moda, que le apetece arriesgarse, y que tenga una masculinidad superreforzada. Esto último no querría que fuese necesariamente así, pero la realidad es que sí, actualmente hay que estar muy reforzado para atreverse a vestir algo tan diferente.
B.: ¿Cuáles dirías que son los pilares fundamentales de la marca?
L.S.: Lo que buscamos es cambiar la moda masculina y ofrecer una ropa clásica, pero con un punto más moderno. Tratamos de reinventar patrones masculinos clásicos como un pantalón sastre y darle un punto mucho más atrevido. No pretendemos que se vea como una feminización del hombre, lo que hacemos es ofrecerle la misma cantidad de siluetas que tiene ya la mujer y que no se suelen explotar en la moda masculina. ¿Por qué no un vestido o una falda? Son siluetas que pueden quedar muy bien y ser muy interesantes en un hombre, entonces lo que hacemos es trabajar desde patrones masculinos que modificamos e industrializados. Pero siempre partiendo de su patrón y de su cuerpo.
B.: Cuando hablas del trabajo de Lemachet lo haces en plural, ¿cuánta gente sois en la marca?
L.S.: Actualmente trabajo yo sola y ahora han empezado dos chicas de prácticas. La confección de las prendas también la hago yo toda. Mi novio y su hermano también forman parte del equipo y me ayudan en todo lo que se puede.
Blusa con lazada y kimono de 'Manifiesto', colección otoño/invierno 23 | Foto: Cortesía de LemachetB.: ¿Qué prendas tenías claro que no podían faltar en 'Manifesto', tu primera colección?
L.S.: Una pieza sastre me apetecía mucho. Sobre todo chaquetas, pantalones... alguna camisa. De hecho, todo empezó por la blusa con la lazada al cuello [en la fotografía sobre estas líneas] porque un día mi novio tenía un evento y le dije de hacerle algo diferente. Con esa camisa se hicieron también dos trajes más de graduación con lo que luego vendimos la idea de la marca.
B.: Presentas Lemachet como una firma de producción sostenible y sin 'stokage'. ¿Cómo es entonces la forma de venta?
L.S.: De cada prenda solo creamos un prototipo y según nos van encargando se van haciendo las prendas. Tenemos un tallaje de S, M y L, pero si alguien nos dice que no encaja en algunas de las tallas sí que le pedimos unas medidas para crear un patrón industrial. También podemos ofrecer variaciones de las prendas siempre que haya dentro del catálogo de tejidos y que sea una cosa que encaje con la marca. Las colecciones están en la web hasta que se termina la temporada y no repondremos más de ese modelo.
B.: ¿Cuáles dirías que son tus referentes dentro de la industria?
L.S.: Me parece que Saint Laurent men lo hace muy bien, es muy interesante; también Dior, Gucci... Hacen propuestas muy chulas porque ahí no se cuestiona tanto. Al final, yo con mi marca estoy reivindicando algo aquí que las grandes firmas lo tienen ya integrado y naturalizado. Pero bueno, al final ellos venden en grandes cantidades y para esto hay que vender mucho el concepto de marca.
Pantalón reinvención de 'Manifiesto', colección otoño/invierno 23 de Lemachet | Foto: Cortesía de LemachetB.: El hecho de que también sea moda de autor hace que los precios de las prendas se alejen de lo que se puede encontrar en el 'fast fashion' y eso a la gente muchas veces le cuesta entenderlo e incluso lo critican. ¿Cómo le explicarías esto a alguien para que lo comprenda?
L.S.: Al ser una producción consciente es un producto más caro. Que te produzcan un pantalón, por ejemplo, te puede costar 50 euros. Si a ti solo por coser un pantalón te cobran 50 euros, ¿a cuánto puedes vender una prenda para que te salga rentable? Además, cuando compras una prenda así no solo pagas la confección o el tejido, también tienes que pagar el diseño, porque al ser exclusivo y darte la posibilidad de hacerlo para ti personalizado, eso también tiene que ir en el precio. Las horas de producción pues suelen ser muy caras. El tejido también es caro porque se compra todo en España. Yo no encargo 20 metros de tela a Turquía, por ejemplo. Si me llevase la producción fuera sería muy económica, pero queremos que sea lo más cercano posible también para tener un trato con la persona que cose la ropa. Si quieres hacer algún cambio es mucho más fácil. Y a todo esto hay que añadir un mínimo beneficio porque la empresa también tiene que comer.
B.: Esto al final también es uno de los valores de la marca.
L.S.: Claro. El 'fast fashion' está muy bien porque gracias a ello podemos vestirnos, pero también hay que darle al producto de diseño el valor que tiene. Y es muy difícil de meter eso en la cabeza de la gente.
Kimono y pantalón pijamero de 'Manifiesto', colección otoño/invierno 23 de Lemachet | Foto: Cortesía de LemachetB.: ¿Y qué tal la acogida de la firma en estos primeros meses?
L.S.: Hemos vuelto de la MBFWMadrid [fue una de las 15 marcas emergentes que expusieron en el showroom de IFEMA y fue finalista de dos premios: 'MÓ x New Talent' y 'Allianz Confidence in fashion'] con el corazón lleno porque la acogida fue muy buena y muchas personas se interesó por la firma. Ahora hay mucha gente esperando vernos en septiembre desfilando -si nos seleccionan, si no haremos algo por nuestra cuenta- y esperando que saquemos cosas nuevas y eso te da el empujón para poder seguir.
Hemos vendido también cosas, pero ya el simple hecho de ver que hay gente que se quiere arriesgar aunque no compren tanto, porque al final es un producto caro, nos hace ver un interés que puede hacer que en un par de años este tipo de moda llegue también a Zara. Aunque me estén copiando, me da igual, lo que queremos es cambiar la moda. Ya lo decía Roberto Diz -para quien trabajó como patronista al terminar los estudios- hace mucho tiempo en una entrevista: "Si Zara pone a la venta uno de mis diseños, sentiría que estoy haciendo las cosas bien".
