El pasado viernes 23 de febrero de 2023 tenía lugar uno de los desfiles más esperados de la Semana de la Moda de Milán: el de Gucci. Tras la salida de Alessandro Michele como Director creativo de la firma el pasado noviembre de 2022 después de 8 años y el reciente anuncio de Sabato de Sarno como sustituto en enero, esta colección para el próximo otoño/invierno 2023/2024 se encontraba en tierra de nadie y había sido ideada por el equipo creativo sirviendo de puente entre una etapa y otra de la firma italiana. Pero, para suerte o desgracia de Gucci, su colección no solo cosechó críticas en algunos de los medios de moda más importantes del mundo, sino que sirvió para empezar una guerra que parecía que ya nunca iba a tener lugar. Pero lo tuvo, y vaya con el primer episodio.
Las primeras en comenzar esta hazaña bélica fueron dos periodista de moda, que además de atacar sin miramientos la colección, utilizaron como arma arrojadiza la presencia de grandes influencers y creadores de contenido en el front row del desfile. Nada que no lleve ocurriendo en los desfiles en los últimos 5 años y sus respectivas Fashion Weeks. Una de ellas fue Vanessa Friedman, Directora creativa y crítica de moda en The New York Times, quien primero publicó una foto del front row de desfile para señalar que los influencers "tenían su propio foso" [la pasarela contaba con fosos circulares por los que paseaban las modelos] para luego añadir: " Dante tendría un gran día de trabajo ", haciendo alusión al Infierno del poeta.
La segunda, Lisa Armstrong, fue mucho más allá con su crónica del desfile en The Telegraph en la que no destacó nada bueno del desfile y mucho menos de la colección: "¿Por dónde empezar con Gucci? ¿Las modelos preocupantemente delgadas? ¿Las escuetas cadenas 'sujetador' que apenas tapaban los pezones? ¿Las faldas lápiz transparentes que parecen naylon que se combinan con medias de rejilla roja y cuyas cinturillas fueron cuidadosamente diseñadas para que se viesen? ¿Los colores chillones y los diminutos sostenes de malla roja con lo que parecían collares de estrangulamiento?", versa el primer párrafo del artículo.
Pero todavía hay más. La conocida periodista de moda consideró el trabajo del equipo creativo de la marca como un intento desesperado de conjugar los 30 años de historia de la firma en una colección que para ella fue algo "sódico y misógino", una sucesión de "looks horribles que estaban totalmente fuera de lugar" y una fetichización del "aspecto de las trabajadoras sexuales delgadas y desesperadas para los consumidores contemporáneos". Y por si esto no fuera suficiente, tampoco quiso pasar por alto el 'foso de los influencers', a quién definió de la siguiente forma: " Un grupo de influencers, algunos vestidos como payasos con patrones diamantes pierrot de la última colección de Gucci, aplaudieron entusiasmados, pero el resto de la audiencia parecía preguntarse qué sucederá a partir de ahora ", señalando así lo que a su parecer era una ignorancia supina de este tipo de amantes de la moda que demostraban no entender nada de lo que estaba ocurriendo allí y que parecían aplaudir con entusiasmo con el único deseo de ganarse un asiento en el próximo desfile de Gucci.
"Estamos aquí para la moda, no para el odio"
Una durísima crítica que no quiso dejar pasar por alto Bryan Yambao, conocido en las redes como @bryanboy, un influencer que cuenta con casi 1 millón de seguidores en Instagram y que recientemente se convirtió en el director de la revista de moda The Perfect Magazine. Este lo hacía precisamente a través de esta misma cuenta con un posado suyo en ese famoso foso y con pantallazos de las publicaciones de Vanessa Friedman y Lisa Armstrong para precisamente evidenciar que, en pleno 2023, todavía se siga criticando en trabajo de los creadores de contenido: "Lo único que queríamos hacer era ver un desfile, ver ropa y accesorios, fotografiarlos y amarlos. No creo que nadie que se sentase en ese foso central de show de Gucci haya firmado para ser ridiculizado, objeto de burlas y ensombrecido por parte de la 'presa' ", destacando así que la crónica virulente de Armstrong parecía haber visto algo totalmente diferente al resto.
"Como comunicadores, estamos aquí para apoyar a la industria, comunicar e interpretar la moda a nuestra manera (...) Las personas inocentes que están haciendo lo que tienen que hacer no tiene por qué ser víctimas de su ira mezquina ", añadía. Y, por supuesto, no quería dejar pasar por alto que esa misma periodista de moda que carga con tanta ira contra los influencers es la misma que en sus redes sociales también comparte vídeos en los que con un chasquido de dos se cambia de look para promocionar ropa de marcas e intentar monetizar su perfil, la base sobre la que se asienta precisamente ese trabajo que tanto critica: "La pura audacia de unirse a esas mismas plataformas que dieron lugar a los influencers y crear y publicar exactamente el mismo tipo de contenido que publican ellos...", para terminar con un mensaje muy claro: " Estamos aquí para la moda, no para el odio ".
Unas palabras que aplaudieron otros grandes creadores de contenidos como el influencer español Pelayo Díaz, asiduo a los desfiles de grandes marcas en todo el mundo: "Cuando no saben sobre qué escribir (porque se les acaban las ideas) vuelven sobre nosotros. Son sus inseguridades las que hablan. Somos un blanco fácil. Mi abuela tampoco entendía el poder de internet". También comentó Tamara Kalinc, que cuenta con un millón y medio de seguidores en Instagram: "También es posible hace una reseña objetiva sin llamar a otras personas payasos e irrespetuosos. La amargura se huele en esas palabras y es una pena que una manzana podrida pueda arruinar al resto de los profesionales de la industria".