Como lleva ocurriendo desde hace 13 años, el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles (LACMA) celebra cada otoño una fiesta para recaudar fondos en la Gala Anual de Arte y Cine y a ella acuden muchos nombres conocidos de ambas industrias, pero también de la 'A List' cuyas cuentas bancarias son de especial interés para la institución. Una de ellas es Kim Kardashian, quien saltara a la fama como protagonista de un reality -'Keeping Up With The Kardashians'- y ahora es una empresaria de éxito que ha conseguido amasar una fortuna milmillonaria.
Y muestra de esa riqueza fue precisamente su aparición ante la instalaciones de farolas de Chris Burden tan icónica del LACMA que por un día se convierte en photocall -y el resto del año en una escenario en el que centenares de personas se fotografían-. La hija de Kris Jenner lo hacía luciendo un dos piezas de la firma italiana Gucci -que patrocinaba el evento- con un impresionante body con escote en pico hasta el ombligo y una falda de tubo larga hasta el suelo sobre el que superpuso un abrigo largo.
Pero sin duda lo que ha llamado la atención era lo que complementaba lo que a simple vista podría ser un look sencillo: sus collares y concretamente uno. Se trata de un collar en forma de cruz, concretamente la Cruz e Attallah, una joya que pertenecía a la Princesa Diana de Gales y que la empresaria se compró en enero de 2023 en una subasta de la casa Sotherby's por 163.000 libras (200.000 euros).
Comprada por 200.000 euros
Se trata de un collar de perlas con una enorme cruz formada por 11 grandes amatistas de talla cuadrada rodeadas por diamantes de talla circular con un peso total de 5,25 quilates. Esta joya, que se la hemos visto a Lady Di en vida en varias ocasiones -una de ellas en 1987, fotografía que Kim Kardashian comparte orgullosa en su cuenta de Instgram tras la gala-, fue un préstamo de su amigo Naim Attallah, escritor y empresario británico-palestino quien la comprara anteriormente en la joyería Garrard, empresa fundada en 1735 y fue la primera joyería oficial de la Corona desde 1843, en Londres.
La compra de esta joya generó mucho revuelo en un año atrás porque se producía poco después de que Kim Kardashian se pusiese el famoso vestido de Marilyn Monroe para la MET Gala de 2022 quedando en duda si le produjo o no algún daño tras ponérselo. También por quien se trataba porque a ojos de muchos sigue siendo una simple protagonista de un reality familiar y que no tiene ni oficio ni beneficio a pesar de haberse convertido en una empresaria multimillonaria gracias a su propia imagen.
Sea como fuere, desde la propia casa de subastas Sotherby's mostraron su contento porque alguien como Kim Kardashian se hiciese con una joya histórica como esta: " Estamos encantados de que esta pieza haya encontrado una nueva vida en manos de otro nombre mundialmente famoso ", pasando así de las manos de la mujer más fotografiada del siglo XX a la más fotografiada del siglo XXI.