Un clásico entre los clásicos del diseñador Christian Dior que, tras unos meses de descanso, vuelve para dar un giro a sus anteriores propuestas. Y como no, la presencia de esta figura francesa se ha hecho más que necesaria. Porque es imposible imaginar una de estas reliquias sin ser portadas por ella. Así, trasladando todo el glamour y el estilo que siempre le acompaña, Cotillard ha terminado convirtiéndose en la reina de toda una planta solar.
Y es que tanto el 'spot' como el nuevo reportaje fotográfico de la colección han tenido lugar en un tranquilo paraje californiano, rodeado de numerosas placas solares. Un 'fashion film' realizado bajo las órdenes de Peter Lindbergh en el que la sencillez y lo futurista han acabado tomando el control de la escena. Un rasgo que también queda perfectamente plasmado en los atuendos de Cotillard y que ha hecho que las lentejuelas y los cuellos vueltos formen parte de los vestidos elegidos, firmados por Raf Simons para la casa.
De París a una planta nuclear californiana
Destellos brillantes que jugaban con el brillo y los colores de los dos bolsos protagonistas y que, esta vez, dejaban atrás la elegancia del puente Alejandro III parisino para fundirse con un desértico paisaje norteamericano. Inspiraciones basadas en el clásico 'cannage', con piel de becerro, de cordero y de pitón, entre otros, que alternan multitud de estampados y combinaciones de color para reafirmar la relevancia de este mítico bolso dentro del universo Dior. Una delicia que nunca dejará de sorprender y atraer a su público.