Los pies son una de las partes más sensibles del cuerpo y que deberíamos cuidar con gran esmero, pero casi nunca lo hacemos. Al margen de las particularidades que cada uno podamos tener o de determinadas dolencias o enfermedades hay que tener en cuenta que sobre los pies recae todo el peso del cuerpo. Están sometidos a gran presión y en función del calzado que utilicemos podemos llegar a incrementarla.
La elección del calzado a utilizar puede parecer un tema baladí o más bien relacionado con la estética, pero pensar así es un error. Deberíamos elegir el zapato en función del pie que tengamos, sus problemas y circunstancias. Y para ello lo mejor es empezar por conocer nuestros propios pies porque cada uno suele presentar sus particularidades y lo que a unas mujeres les va bien a otras no tiene porqué servirles.
Altura y peso
No es lo mismo el efecto que tiene un tacón con cierta altura en una persona que calza un 36 que aquella que calza un 41, por poner un ejemplo. El pie más pequeño se quedará más vertical que el que es mayor, produciendo una mayor presión y una postura más incómoda.
El peso de la persona que lleva el calzado también influye, puesto que cuantos más kilos más presión estará ejerciendo sobre los pies. Y eso lo habrá notado alguien que haya ganado cierto peso en un corto periodo de tiempo, no soporta los tacones tan bien como lo hacía antes pero si adelgaza notará que los tacones no le molestan tanto.
Al margen de estas cuestiones generales vamos a centrarnos en otras que atañan directamente a la salud de los pies de cada una. El uso de uno u otro zapato puede no sólo provocar más dolores sino incluso atenuar la problemática que se tenga, con especial repercusión de cara al futuro. De ahí que sea importante no dejarnos llevar por la estética y elegir el calzado que corresponde a las necesidades de cada una.
Juanetes
Los juanetes es una de las dolencias de los pies que más mujeres sufren en la actualidad, especialmente cuando han alcanzado cierta edad. Las hay que son propensas a ello pero es que determinados hábitos hacen que se incrementen las posibilidades de sufrirlos. Uno de ellos es el uso continuado de tacones. Así que si ya los padeces reserva los tacones altos para momentos muy concretos y apuesta por un zapato más bajo para tu día a día.
Estudios confirman que según ganan centímetros los tacones que usemos más se desvían los dos huesos que provocan el juanete (el primer metatarsiano y la falange proximal). Además de dolor el juanete puede provocar una deformidad al caminar que, a la larga, afecta a la cadera y la espalda.
Si no es recomendable abusar de los tacones cuando se tiene un pie "sano" en el caso de que sufras juanetes deberías olvidarte de ellos y optar por zapatos con tres centímetros de altura, la postura ideal para los pies. Los zapatos puntiagudos resultan igual de perjudiciales, opta por un calzado que tenga la punta redondeada y no lleves nunca el pie aprisionado.
Pies planos
Las personas que tienen pies planos tienen dificultades para encontrar calzado que se ajuste a sus necesidades, salvo que sean modelos diseñados exclusivamente para ellos. Al tener una curvatura mínima necesitan un apoyo firme, así que los zapatos planos tales como bailarinas o sandalias están totalmente descartados.
En su caso lo mejor es optar por calzado con algo de tacón. Y no sólo eso, sino que elementos tales como una pequeña plataforma o cuña les ayudarán a conseguir esa curvatura que necesitan para poder tener el pie en una mejor postura. No han de abusar de los tacones de altura, pero sí pueden decantarse por este otro tipo de fórmulas que también les permiten ganar varios centímetros de altura.
El uso de plantillas específicas -consulta al podólogo cuáles se ajustan mejor a tus necesidades- también puede ayudar a caminar más cómoda y sin dolores y con indiferencia del tacón que se lleve.
Pies con artritis
Los tacones altos tampoco están recomendados para aquellas personas que sufren artritis en los pies. En este caso no es que la altura suponga un problema, que también, sino que se trata más bien de una cuestión de estabilidad.
Lo importante en esta situación es buscar que el tacón sea ancho, de tal modo que el pie se apoye por igual y no se haga más presión en unas partes determinadas. Además se recomienda optar por un calzado más flexible y con suela de goma o un material similar, algo que no parece encajar con un tacón de altura, por lo que lo mejor son zapatos con tacones de unos tres o cuatro centímetros, la medida más recomendada por cualquier podólogo.
Dolores de rodilla y cadera
Ya comentamos anteriormente que el uso excesivo de tacones altos no sólo afecta al propio pie, sino a otras partes del cuerpo como la rodilla, la cadera o la columna vertebral. Cuando sintamos dolor en alguna de ellas puede venir provocado por emplear un tacón inadecuado, por lo que es fundamental dejar de usarlos.
De no ser así lo que conseguiríamos era acrecentar la dolencia y la complicación que existe detrás de ella. Con un tacón de dos centímetros el eje de la columna está completamente vertical, pero en cuanto empezamos a dar altura a nuestro calzado se alterará dando lugar a dolencias como la osteoartritis.
Con indiferencia de las particularidades de tus pies hay una serie de consejos a tener en cuenta a la hora de elegir el calzado que será más adecuado. Al margen del tacón, fíjate en el material con que está elaborado. Que sea transpirable es importante, así como lo suficientemente flexible como para no sentir que el pie está constreñido dentro.
Los pies han de entrar en el zapato fácilmente, no haciendo innumerables esfuerzos. Si no son tu número -demasiado grandes o demasiado pequeños- no los calzarás a gusto y tampoco llevarás el pie seguro. Si el pie "baila" eso supone incrementar las posibilidades de torcerlo al caminar y/o sufrir una lesión. Los zapatos que dejan el pie demasiado libre también son un riesgo a la hora de sufrir accidentes. Opta por aquellos que sujetan el pie, especialmente a la altura del tobillo. Y mejor que no sea un zapato descubierto, pues hace más vulnerable al pie y los dedos a la hora de recibir golpes.