Abercrombie & Fitch se prepara para iniciar el cambio más radical de toda su historia. Todo aquello que antes era entendido como la seña de identidad de la propia firma formará, a partir de ahora, parte de su historia. Ya no habrá luces tenues, ni música de ambiente, ni un fuerte olor a perfume en sus tiendas. Atrás quedará también el recibimiento de sus " modelos " a las puertas de sus locales de medio mundo y sus continuas polémicas sobre discriminación física y racial. El plan de marketing y la estrategia de venta cambian por completo.
Y todo gracias al empeño y la dedicación del nuevo presidente ejecutivo de la compañía: Arthur Martinez. Un 'liberador' que aterrizaba en Abercrombie a finales del pasado mes de diciembre, para sustituir del cargo al conocido y controvertido Mike Jeffries. Con ello, una nueva era parece haber llegado a esta célebre casa de moda. Una vuelta de tornas que era anunciada a principios de semana por sus portavoces y con la que se pretende " convertir al consumidor en el centro de la marca ".
Borrón y cuenta nueva
Sin embargo, uno de los puntos que más ha llamado la atención es la renovación de las pautas de contratación. Será ahora cuando los verdaderos dependientes, o lo que ellos mismos han llamado como " representantes de la marca ", tomen las riendas del trabajo, destronando así a los ya entonces pasados "modelos" de sus establecimientos con el torso desnudo. Y es que lo que para Jeffries resultaban ser requisitos esenciales, en torno al físico de los candidatos, ha terminado descendiendo a un segundo y lejano plano para Martinez.
Presumir de músculos ya no es una obligación. Ni si quiera como imagen de sus tarjetas de regalo. Porque las condiciones establecidas por Mike Jeffries resultaban ser extremadamente radicales. Problemas como, por ejemplo, el tallaje de sus prendas han llegado a provocar que los beneficios y las ventas caigan en torno al 5% y al 10% en 2014. Además, hace poco, una demanda interpuesta por una mujer que acudió a una de las entrevistas con un pañuelo en la cabeza hizo desatar aún más la euforia mundial. Algo que Arthur Martinez no podía permitir.