Cristóbal Balenciaga es uno de esos nombres que recuerdan a la clase de modistos excepcionales del siglo pasado, los cuales no se definían por la cantidad de tiendas que tenían repartidas por el mundo, ni por las copias que se hicieran de sus modelos o los ingresos anuales que tuvieran sus acciones o emporios de moda. Más bien se caracterizaban por hacer de cada pieza de ropa única y perfecta, que se conseguía a través del mimo y el cariño particular que solo él entendía, adaptándose a la perfección a la figura femenina de las diferentes épocas y estilos.
Contraste de épocas
Cristóbal Balenciaga nació en Guetaria (Guipúzcoa), pero su esencia fue principalmente francesa, ya que es en este país donde abre su primera tienda bajo su mismo nombre. Pese a que sus inicios en la moda se habían dado en territorio español -su madre era costurera y la relación con la creación de vestidos no le era ajena-, su apertura al mundo de la moda se vio favorecida por Francia, donde nacían nombre como Yves San Laurent, Coco Chanel o Madeleine Vionnet.
Actualmente es una firma que pertenece al emporio formado por las empresas textiles que integran la marca Gucci (Grupo Kerin), gracias a la compra de la mayoría de sus acciones en 2001. Durante los años 40 significó un emblema de revolución e innovación, gracias a su estética, sus reinvenciones femeninas y las inspiraciones más pintorescas reflejadas en sus colecciones: desde prendas tradicionales del folclore español hasta referencias pictóricas de vanguardia.
Lo más característico de las tiendas de Balenciaga son sus espacios abiertos al público -que también cuenta con un museo en su pueblo natal, además de realizarse diversas exposiciones en su honor en varios museos del mundo-. En ellos uno puede recrearse a través de la belleza de sus prendas y la pulcritud con que se desenvuelve el lugar, que son una referencia de calidad y cuidado. Todo un museo del traje propio de Balenciaga. Un espacio donde respirar una parte de la historia de la moda.
Una trayectoria sin escalas
Desde que en 1917 se abrió su primer taller en el País Vasco, el nombre de Cristóbal Balenciaga no ha parado de resonar en los estantes de la alta costura. Gracias a la amistad a través de las telas que reunió con la Marquesa de Tormes, el modisto español contaría con grandes representantes de la realeza entre sus clientas más habituales. Tan solo un año después de sus inicio en solitario, Balenciaga lanza su primera colección de ropa.
Sus andanzas por el país galo tuvieron mucho que ver con su exilio a este país, puesto que en España se vivían tiempos de conflicto con la Guerra Civil española. Una vez instalado en Francia, Balenciaga no se queda con los brazos cruzados y sigue su aventura entre el diseño de grandes piezas de calidad. Este es su primer paso para llegar a convertirse en uno de los fundadores del imperio del lujo de la alta costura.
Su primera línea prêt-à-porter se presentó en 1987, con el primer cambio de director creativo en la maison : del mismísimo Cristóbal Balenciaga a Michel Goma, que estaría al frente de la casa hasta el año 1992. Más tarde, tras pasar por Josephus Melchior Thimister, con Nicolàs Ghesquière (1997-2014) llegaría el primer perfume de la firma, aunque no se han dedicado a explotar esta faceta de Balenciaga, sino que más bien se presentan como un acompañamiento de las propias colecciones de ropa.
No es hasta la llegada de Alexander Wang (2014-2015) cuando la firma no alcanza sus cuotas más altas de expectación, pese al poco tiempo que duró el diseñador estadounidense al frente del cargo. Los malos entendidos entre el sector interno de la marca y sus otros compromisos y proyectos que Wang tenía entre manos, hacen imposible que la firma pueda llevarse adelante con soltura. Es por eso que, hasta finales del año 2015, no se confirmó la entrada del nuevo diseñador creativo de Balenciaga: Demna Gvasalia.
Las musas de Balenciaga
Con todo este despliegue, no es de extrañar que entre sus más fieles seguidoras encontremos a actrices de la talla de la alemana Marlene Dietrich o la sueca Ingrid Bergman, puesto que él fue el encargado de diseñar el vestuario de varias películas del momento ? Encuentro en París y Anastacia, respectivamente-. Tampoco Alfred Hitchcock quiso quedarse sin su pedacito de Balenciaga en Con la muerta en los talones.
Entre sus logros más conseguidos y más aplaudidos en el mundo de la moda, Balenciaga sustituyó la clásica forma estética de la mujer de entonces para darle un toque más moderno y sensual, sin perder ni un ápice de la elegancia tan característica. Manteniendo las curvas y la forma de avispa característica de principios del siglo XX, la cintura quedaba más marcada gracias a la falda de balón y al vestido saco. Unas intervenciones en los patrones de moda que llegan hasta nuestros días y que siguen siendo tendencia para muchas, además de ser copiado por la gran mayoría de empresas textiles dado su éxito.
Pero una de las cosas que más destaca entre sus logros son sus musas. Para Balenciaga fue la francesa Madeleine Vionnet, la diseñadora más longeva de la historia y principal competidora de la reconocida Coco Chanel, que significó un ejemplo claro de sofisticación ligada a la reinvención de la mujer. Mientras que para la búsqueda de la nueva maison supuso un cambio las figuras representativas de las actrices Kristen Stewart y Chloë Sevigny, con su marcada estética y su peculiar carácter. Y las últimas campañas protagonizadas por personajes conocidos, como Sam Smith, Gisele Bündchen, Lara Stone o Kate Moss.
Hoy en día, la firma creada por Cristóbal Balenciaga significa una reinterpretación moderna de las piezas clásicas que hicieron de esta casa un emblema de moda, lujo y sofisticación. Pese a que se ha animado a seguir las esferas más comerciales con sus líneas prêt-à-porter, lo cierto es que sigue ganando ventaja frente a muchas otras cuando se trata de calidad, historia y alta costura. Una conjunción de fuerzas entre la pasión española y la modernidad parisina que consiguió unir dos de sus grandes pasiones: arte y moda.