Las botas de ocho agujeros, las suelas negras con el hilo amarillo, los cordones de colores y de caña alta. Con estos datos seguro que te haces ya una ida de qué tipo de calzado te estamos hablando. Las Dr Martens constituyeron antes una necesidad que una moda.
Nacen tras el conflicto armado
Era en pleno 1945 cuando el doctor alemán Klaus Martëns, en un viaje que realizó a los Alpes, se torció un tobillo. Con ese dato empieza toda la historia de las míticas botas. Al ver que todos los zapatos le incomodaban y que no conseguía sentir el pie seguro con ningún modelo, el doctor ideó una nueva estética para las botas militares, ya que no conseguía andar correctamente después del incidente.
El éxito no estuvo asegurado hasta unos años después, en 1947, cuando se juntó con su colega de profesión Herbert Funck, que además se conocían por trabajar juntos como médicos militares. Estas nuevas zapatillas llevaban una serie de cambios que aumentaban la seguridad en los pies y la comodidad para estar muchas horas sin sentarse.
Gracias a unas válvulas de aire, el peso se equilibraba mejor y la planta no sufría tanto daño. Además, la suela era una conjunción realizada a partir de los deshechos de caucho de parte de la flota alemana. Botas con las que se llevaba en los pies un poco de historia bélica.
Traspaso de mando
Allá por los años 60, una casa inglesa observó la comodidad de este calzado y decidió hacerse con las patentes para poder diseñar el mismo modelo en sus fábricas. El modelo que comercializaron fue el conocido 1460, nombre que le provenía de la fecha de su primera fabricación en Reino Unido: el día uno de abril del año 1960. Este es el tipo de bota que hoy en día sigue siendo la más vendida, la auténtica.
La bota diseñada por Dr Martens nació con una clara intención de mejorar la calidad de vida y laboral, mejorando el bienestar de la clase obrera, que era la principal destinataria de los primeros modelos. Este calzado podía verse desfilar por diversas profesiones, desde carteros u obreros hasta policías o bomberos. Era la manera más fácil de asegurar un zapato de calidad a los menos pudientes.
Su resistencia les hacía muy codiciados para aquellas personas que no pudieran permitirse un par de zapatos solamente. La tonalidad con las que se hicieron al principio eran colores oscuros, sobre todo el negro, porque era universal y no un factor destinado a la moda. Porque, como dato curioso, las mujeres de los años 50 eran el principal público.
Desde la fecha en la que Reino Unido empezó a comercializar este calzado hasta nuestros días, las botas del Dr Martens se han convertido en todo un símbolo cultural. Partiendo de que es un referente para movimientos tan dispares entre sí como los skinhead, los góticos, los punk o los hippies.
Su evolución como marca y zapato evoluciona con el tiempo de la mano de los movimientos sociales y los rasgos culturales de cada momento de la historia. Mientras que Dr Martens son unas botas ideadas para ayudar a mejorar la calidad de vida de las clases trabajadoras, muchos son los que han acogido a este calzado como parte de su identidad propia.
De los hippies al vintage
Durante los años 60, el incipiente movimiento hippie tenía entre sus filas a las grandes batalladoras Dr Martens. Como muchos de sus seguidores se habitaban en comunas -muy populares durante esa década- y se iban a vivir de la naturaleza y el campo, estas eran perfectas para hacer grandes y pesados recorridos andando por las sendas.
Las ideas anarquistas y las letras pegadizas enclaustradas en la música punk también reivindicaban su posición calzando unas Dr Martens. Es más, el primero en utilizar una de estas como símbolo de su lucha y del apoyo a las clases obreras fue el cantante de la mítica banda The Who, Pete Towshend, que las lució en uno de sus conciertos.
Eso sucedió durante los años 70, aunque durante las épocas posteriores también le siguieron a las botas un significado especial. Sus cordones no podía utilizarse sin más, sino que había que conocerse el lenguaje de los colores : el blanco lo utilizaban las supremacías sociales, los skinhead y los neonazis lucían los cordones rojos y los amarillos se reservaban para aquellos que luchaban por una igualdad racial.
Actualmente, podemos ver estampados más coloristas, simbología de un colectivo gay que aboga por sus derechos civiles. Unas botas que se utilizan también en cualquier estilismo como señal de posición pudiente. Son un símbolo de masas donde la gente joven encuentra un sitio en el que poder mostrarse.
Los pros y los contras de su historia
Con el tiempo, han aparecido muchos críticos. Estos afirman que las botas Dr Martens nacieron con la intención de mejorar, ayudar y representa a la clase obrera y trabajadora, mientras que ahora su fabricación se hace en masa y ya todo el mundo las luce como identidad propia, pero no reconociendo su origen.
A partir del nuevo milenio, las ventas caen en picado, tanto que casi cierran la filial que el Reino Unido tenía como principal promotor de su marca. El país deja de producir y comercializar bajo el nombre AirWair, con el que eran conocidas por entonces. La compañía la trasladan más tarde a China y Tailandia, donde se produce más barato y en mayores cantidades.
Un año después, en 2004, la demanda de lo vintage obliga a que la fábrica de Cobb Lane, situada en Inglaterra, vuelva a abrir sus talleres -que hasta entonces solo quedaban los puestos de oficinas- y a fabricar de manera tradicional. Por eso, hoy en día podemos encontrar una selección de modelos 1460 originales -de suela y piel negra con el hilo amarillo- y otros más asequibles por estar fabricados en zonas asiáticas a bajos precios.
Se dice que el papa Juan Pablo II tenía unas Dr Martens hechas a medida y en color blanco, exclusivas para él, pero no hay documentos o imágenes que certifiquen esta leyenda urbana. También hemos podido ver la versión más moderna de las botas en un color vinilo en Wrecking Ball, uno de los vídeos más polémicos de Miley Cyrus.