La historia de Emilio Pucci como diseñador italiano puede compararse a otros contemporáneos suyos con el mismo talento y la misma destreza para el negocio del diseño. Pero a él hay que sumarle su carrera de político, lo que le permitió codearse con grandes personajes de la historia; y su ascendencia noble, que hizo que su clientela fuera siempre la más selecta. Geometría y mucha simetría son las claves de una firma que cuenta con más de 70 años de trayectoria profesional.
Modisto por casualidad.
Emilio Pucci Marqués de Basento inició su carrera como modisto a partir de los años 50, cuando abrió su primera tienda-taller en una calle italiana con (¿casualidad?) su mismo apellido por dirección. Lo que él llamó como casual couture no era más que prendas de diario diseñadas para las señoras de clase alta y con unos estampados y un uso del color exquisito. Pero su formación fue mucho más vocacional y casual, al contrario que muchos otros.
Pese a no tener la necesidad de dedicarse a nada más que disfrutar de su título y su riqueza, el apellido Pucci se elevó a otra categoría gracias al talento para la costura que este marqués había demostrado en sus años de juventud. La firma italiana dio sus primeras puntadas en ropa deportiva, cuando Emilio Pucci creaba sus propios uniformes de esquí y el de sus compañeros de equipo.
Más tarde, mediante conocidos y la casualidad, el nombre de Emilio Pucci aparecería en una etiqueta sobre un traje diseñado por el italiano para una amiga íntima que fue fotografíada por Toni Frissel, que por entonces trabajaba como editor en la publicación de Harper?s Bazaar. Al ver la calidad y los tejidos empleados, además de conocer su afición por el deporte de nieve, Frissel le solicitó un nuevo encargo: que diseñara una pequeña colección de prendas de esquí para un reportaje especial de la revista.
Tras el éxito y reconocimiento, le llovieron las ofertas de grandes empresas de moda. Pero Pucci quiso crear algo personal y único, por lo que aprovechó el conocimiento demostrado en las prendas deportivas y elásticas, lo que ocasionó el siguiente paso de la marca: la creación de una línea de baño. Seguidamente, los pañuelos, las blusas y los vestidos sedosos y sin arrugas serían sus prendas de éxito, sobre todo por los estampados y el rico colorido que demostraba en cada una de las colecciones.
La firma permanecerá en manos de la familia hasta el año 2000, cuando el grupo empresarial de lujo LVMH compre el 65% de las acciones. La última gran mano familiar que manejaba la marca fue la hija del creador, Laudomia Pucci. Tras este cambio empresarial, el director creativo pasaría a ser Christian Lacroix, seguido de Mathew Williamson en el año 2005 y Peter Dundas hasta el 2015.
Ropa de alta cuna.
Al tener acceso al mejor producto, a las mejores manos de trabajo y a una lista de clientas con buenas inversiones en moda, Emilio Pucci causaba una gran sensación entre la alta sociedad. Además, el toque retro y de sensaciones positivas que rezumaban sus estampados fueron los que consiguieron que Capri, Portfino y la Costa Azul fueran los destinos favoritos de sus clientas en los cuales lucir sus piezas.
Pero destacaría sobre todo en los años 60 y 70. En la primera década, Emilio Pucci tenía como principales clientas a las mujeres más influyentes del globo, como la actriz Sophia Loren o Jackie Kennedy. Aunque fue más reconocido por su vestido blanco con vuelo lucido por Marilyn Monroe en una boca de aire del metro de Nueva York, además de ser incinerada por petición propia con uno de los diseños de Emilio Pucci.
En la siguiente década, con el nacimiento ya generalizado de la moda hippie y las tendencias psicodélicas, los estampados geométricos y coloridos tan típicos del italiano serían los grandes protagonistas de sus colecciones. Unos años en los que su creatividad y simetría llegaría a convertirse en una gran fuente de inspiración y en una marca más que reconocida en todo el mundo.
Tras este gran auge de la firma Emilio Pucci, la década de los años 80 no fue muy productivo para sus estampados, ya que la fiebre disco necesitaba de brillos y transparencias, además de efectos acampanados. Por lo que habría que esperar hasta entrados los 90 para que se diera la conocida como Puccimania, cuando la firma resurgió tras el fallecimiento de su creador en 1992.
A la caza de la vanguardia.
Más allá de crear solo moda, la firma Emilio Pucci ha estado detrás del diseño de objetos de coleccionista, como porcelana y alfombras, además de lencería dada su experiencia en baño y ropa elástica y cómoda. Además, los uniformes también fueron una de sus líneas predilectas y no solo en el deporte del esquí, sino que creó los trajes de la compañía de vuelo Braniff durante diez años en 1965 y unas cuatro versiones en miniatura para la muñeca Barbie en 1968. E incluso a Pucci le debemos las tres ágilas estampadas del uniforme de los astronautas de la NASA en su misión en el Apollo 15.
Actualmente, Pucci sigue manteniendo el prestigio y la imagen de mujer sensual, femenina e independiente. Esta idea está además apoya sobre campañas con Gisele Bundchen (2014) y Doutzen Kroes (2013), además de la creación del vestuario más selecto de referentes en el mundo del cine y la música como Rita Ora (gira Radioactive, 2013), Kylie Minogue y Jessica Chastain con un vestido de estética retro, Bar Rafaeli, María León, Wineth Paltrow, Lea Michele, Blanca Suárez, Eva Longoria, Sara Hyland, Megan Montaner... E incluso la gran Sarah Jessica Parcker lució un diseño de Emilio Pucci para el poster de la última película de Sexo en Nueva York.