Tras incontables idas y venidas, a la diseñadora Jil Sander se le debe agradecer el hecho de haber conseguido crear un estilo propio a partir del minimalismo. Su carácter perfeccionista y la época de la apertura femenina al mundo laboral de manera más liberada, le permitió hacerse con el reconocimiento que una casa como la suya merece.
El estilo alemán
Nacida, criada y establecida en Hamburgo, la diseñadora alemana nunca quiso alejarse de sus raíces, desde donde entendieron muy bien de qué iba su posición. Apodada como 'Queen of Less', su estilo sencillo y cómodo lo dicen todo por sí solos.
Sus primeros estudios los realizó en Krefeld, donde cursó una carrera en Técnica Textil. Más adelante, la Universidad de California le abriría la posibilidad de expandirse en un futuro no muy lejano, gracias a un intercambio estudiantil en sus últimos meses de curso. Tras su regreso a su tierra natal, Jil Sander empieza trabajando en el mundo de la moda dentro de las revistas sobre la materia, Constance y Petra, en el año 1965.
Es la encargada de transmitir los nuevos ideales de la libertad femenina en cuanto a trabajo se refiere, sobre todo después de las últimas décadas en las que la crisis, los conflictos socio-políticos y la historia más reciente había dejado mella en los ciudadanos europeos. Con el tiempo, su firma terminará siendo una de los grandes referentes.
En el año 2009 fue la encargada de diseñar la línea económica de Uniqlo +J2, una experiencia que repetiría durante los siguientes años. Aunque su firma homónima nunca dejará de perseguirla a lo largo del tiempo.
Estilo minimal
En el año 1968, crea una línea de 150 piezas dedicadas a las chaquetas, faldas y pantalones minimalistas y sencillos a partir de la fibra Tevira, que es un tejido similar al que aparece en la tapicería casera como los sofás o las sillas. Con el tiempo, esos cortes representarán su propio estilo a seguir.
Con las ganancias de la venta, Jil Sander invirtió en su primera colección íntegra y abre su tienda propia en Hamburgo diez años después. En 1999, decide vender el 75% de sus acciones a la compañía AG de Prada. Aunque volvió más tarde a su propia firma como diseñadora creativa en el año 2003 para dejarlo de manera (casi) definitiva a finales de 2004.
Tras ver lo que habían hecho con la firma que ella misma creó en los 80 con tanta ilusión, Jil Sander decide volver a intentarlo por última vez. Su regreso en el año 2012 le permite retomar las riendas de su antigua casa y de su propio nombre, aunque no por mucho tiempo. Al año siguiente, Alessandro Cremonesi será el sucesor de Sander.
Su idea textil
La primera colección tan solo le duró uno semana a la venta, por lo que importó moda francesa a la ciudad -que era toda una novedad en Alemania- para hacer llegar así a más gente la moda parisina. Como recompensa, desfilará en el país galo por primera vez en el año 1977 y repetirá la experiencia en Milán once años después. Con el tiempo, París pasaría a tener una de sus tiendas más importantes, en la que anteriormente habían ocupado las piezas de Madeleine Vionnet un espacio único.
La línea de ropa para hombre no llegaría hasta 1997, justo dos años antes de su retirada como diseñadora y directora de la marca. Mientras, en su ausencia, el diseñador Raf Simons empezó sus andaduras en el diseño de la ropa femenina en esta casa, ya que él mismo admitió no tener la suficiente experiencia en el sector.
Aun así, el diseñador entendió a la perfección el legado de Jil Sanders y consiguió mantener a sus clientes más acérrimos. Aunque esto no fue suficiente y, ya en el año 2012 con casi una década en el sector creativo, Raf Simons anunció su salida de la casa tras presentar la que sería su última colección Otoño/Invierno para ese mismo año en un desfile de Milán.
Sin muchas variantes
Basándose en la confección de prendas del armario masculino, donde la comodidad y la funcionalidad priman ante la tendencia, los materiales de lujo eran la principal inclinación para crear piezas sencillas y muy ponibles. Destacan los tonos neutros como el blanco y el negro, marcando la tendencia de la ropa de oficina para cada una de sus colecciones.
Tras muchas críticas sobre su poca variabilidad de estilo, en los últimos años en los que la diseñadora estuvo a cargo de su propia firma homónima, Jill Sander decidió arriesgar con cortes menos rígidos y formales, añadir otra serie de colores a sus piezas y probar con la confección de otras telas. Aunque su instinto minimalista seguía estando vigente, sobre todo por la comparativa con otras casas de su mismo nivel adquisitivo.
Reinventándose con el tiempo y cediendo a una de las cosas que la diseñadora no había querido realizar hasta la fecha, en el año 2010 se crea la línea Jil Sander Navy. Con ella, se abre una nueva posibilidad de estilo y creatividad, a la vez que se consigue llegar a otras franjas de la población gracias a sus precios y prendas más asequibles.
Breve expansión
Otro de los sectores que más beneficios económicos le ha dado dentro de su misma firma es en el ámbito de la cosmética y la perfumería, al cual entró en el año 1979, dos años después de abrir su propia marca. Más adelante, con Cindy Crawford y Naomi Campbell como protagonistas de alguna de sus campañas y su recién estrenada boutique en el centro de Nueva York, lanza una colección de gafas que vería la luz en 1996.
Su principal competidor en el sector textil del lujo y el estilo minimalista es Calvin Klein. Aunque también entabló amistad con otras firmas ajenas a su propio estilo, ya que en el año 1998 diseñó una colaboración estrella con la marca deportiva Puma, para la cual creó un par de zapatillas al estilo Jil Sander.
Es más, Jil Sander se atrevió con los escenarios. El ballet tuvo lugar en el año 1985 bajo el título de Mozart 338 para el cual diseñó una pieza exclusiva, en el cual se mostró durante la representación. Y en el año 2003, el diario The Guardian introdujo su nombre en la lista de los 50 diseñadores del momento que mejor estilo propio presentaban.