Elsa Schiaparelli, la eterna rival de Gabrielle (Coco) Chanel. Dos mujeres que marcaron la entrada en una nueva era de la moda femenina gracias a su trabajo y a las ideas de lo que una mujer empoderada significaba. Más allá de su antagonismo, la firma de la primera marcó una línea mucho más ligada al arte y el diseño de prendas que marcarían la diferencia en la manera de entender la estética como algo más que vestirse.
Relacionada con Andy Warhol, Alberto Giacometti, Dufy, Berard, Man Ray, Elsa Triolet, Cecil Beaton, René Magritte, Leonor Fini, Salvador Dalí o Picasso entre muchos otros, la diseñadora francesa determinó su trabajo como un medio de expresión artística. Creaciones históricas como el zapato-tocado con forma de tacón Salón, los diseños inspirados en las pinturas de los artistas contemporáneos, la forma que tomaban los frascos de sus perfumes, los dibujos con los que creaba sus futuros trajes, el lazo de porcelana Aspirin, sus joyas con toques de surrealismo... Todo ello tiene una esencia que la casa Schiaparelli no ha olvidado en el tiempo.
Con el arte por bandera
Situada en la Place Vendôme de París, su boutique fue abriéndose camino en el mundo y en la historia gracias a sus diseños y la manera que Elsa tenía de entender el mundo de la moda. Mucho antes de su actual localización, llevando sus creaciones al mundo del sports wear de entonces, su tienda Schiaparelli pour l'esport tuvo su primer lanzamiento en la conocida Rue de la Paix de la capital francesa en el año 1927.
El primer hito en la historia de la maison Schiaparelli es el jersey de tricot con detalles pintados. Más allá de ser una simple prenda cómoda y caliente, los tonos llamativos escogidos para lanzar este modelo fueron los que destacaron, aunque sin pasar por alto el claro protagonismo de los dibujos pintados sobre el tejido.
Simulando una lazada sobre el pecho, las estrellas de Hollywood de los dorados años 20 lucieron estos básicos de armario hasta convertirlos en tendencia. Una técnica que repetirá para sus siguientes colecciones de baño, pijamas e incluso ropa de esquí, seguido de otras muchas prácticas deportivas que adquieren esta prenda como fetiche. Estos jerséis contarán con sello propio y patente en el año 1929, consiguiendo ser la primera firma que establece esta licencia como determinante del diseño único dentro de la moda.
Sin salirnos de la década, la diseñadora lanza el que será su primer perfume de la casa con su mismo apellido como nombre de la fragancia. Aunque este marcará los patrones de los siguientes, ya que todos y cada uno de ellos llevarán un nombre que empiece por la letra S. Esto se debía a la superstición de buen augurio que podría darle.
Una década inspiracional
Durante los años 30, Elsa Schiaparelli desarrolló lo que se volvería a establecer como prenda femenina y de liberalización de la mujer en los años 70 de manos de la diseñadora Diane Von Furstemberg. El Wrap Dress, o lo que es lo mismo el vestido de una sola pieza y cruzado, tomaba el control del armario de las mujeres más poderosas del momento. Además, la casa francesa había desarrollado un sistema mucho más cómodo y práctico dentro de su Alta Costura: la introducción del sujetador en esta misma pieza.
Esta década supondrá para la firma unos años llenos de alegrías y escándalos. Uno de esos alborotos fue creado dentro del mundo del deporte, más concretamente en las pistas de tenis. Elsa Schiaparelli decidió crear una falda de dos piezas donde esta se ensamblara con unos pantalones cortos por debajo para una comodidad mayor de las mujeres al practicar este deporte. Una prenda que puso en jaque a Inglaterra entera.
Más allá de la polémica, la maison llegará a Nueva York con su primer desfile en los almacenes Saks, presentando a las mejores familias norteamericanas cuál era el nuevo estilo femenino. Así como el lanzamiento del famoso Mad Cap, el tocado con forma cónica que más de una vez ella lució y con los que coronó sus creaciones durante décadas.
A partir del año 1933 se hablará de Schiaparelli como una sociedad, registrada en Estados Unidos y con una clientela enfocada en el mundo artístico. Su manera de crear y entender la moda le llevó a diseñar formas que retaban a la gravedad, como sus volantes elevados en su línea aerodinámica para los vestidos de salón. Es más, ella es la primera diseñadora que lanza las colecciones con un tema central y le pone nombre; algo muy normalizado en la actualidad.
Aunque lo más representativo de estos años fue el lanzamiento de una botellita de perfume que representaba la figura de Mae West con la lazada de Schiaparelli y envuelta en una vitrina. El frasco diseñado por la artista Léonor Fini es hoy un objeto de coleccionista casi imposible de conseguir.
Los estragos de la guerra
Sus famosas siluetas sirena y las chaquetas de tipo camisa fueron lanzadas en la década de los años 40. Estos tiempos fueron los que inspirarían más tarde la moda de las siguientes generaciones de los 70, teniendo a Elsa Schiaparelli como uno de los referentes a seguir.
Una de las reglas de su costura era que las prendas debían ser inspiradoras, pero prácticas a la vez. Por eso mismo, en 1940 creó la americana ceñida a la cintura con cortes militares que recordaban a la Segunda Guerra Mundial. Con este modelo empezó lo que sería un claro factor muy Schiaparelli: los bolsillos gigantes delanteros de las solapas.
Un año más tarde, Schiaparelli dejará París y se alejará de las consecuencias de una guerra que estaba acabando con su libertad. Aunque regresará a tomar las riendas de su firma en el año 1945, cuando Pierre Cardin se une a su taller. Con ganas de devolver el esplendor perdido a una sociedad apagada por el conflicto, Elsa Schiaparelli creará la silueta negra con su lazada rosa en la espalda más famosa de la casa.
Las puertas se abren de nuevo
La maison volverá a crear diseños de historia con la botonadura diagonal en los años 50, lanzará una pasarela en Beverly Hills para recaudar dinero para los pobres y creará la primera línea Ready to Wear en Estados Unidos. Con el foco de atención en el país que le dio la oportunidad de seguir desarrollando su trabajo y con el apoyo de las estrellas del momento como mejores maniquíes reales, Elsa Schiaparelli siguió creando Alta Costura de alfombra roja, sin dejar de diseñar para el día a día.
La visión de una de las casas de moda con más historia y con una fuerza artística que muy pocas conseguirían nunca, le llevó a crear la primera licencia con la que desarrollar una línea de gafas propia. En consonancia con su estética y la manera de introducir las nuevas formas en el diseño, la maison francesa siguió llenando de arte los armarios con más poder hasta 1954.
En mayo de 2012, Schiaparelli reabre sus puertas en el número 21 de la Place Vendôme, una dirección que estaba esperando ser recuperada por su dueña durante más de 50 años. En 2014 se lanza la primera línea de Alta Costura tras su regreso, con la cual se le concede de nuevo el título de Haute Couture. Hoy, el Director Creativo Daniel Roseberry es el responsable de devolver el esplendor a un de las casas más representativas de París.