Para muchos que viesen por primera vez una colección de Acromatyx gracias al debut de la firma en la Mercedes Benz Fashion Week de Madrid podría parecer una apuesta arriesgada que de principio a fin el único color que apareciese sobre la pasarela fuese el negro. Y esto no era una declaración de intenciones, lo dicen ellos mismos en su manifiesto: "El negro como fetiche", una color que tiñe una oscuridad que, en realidad, es "libertad, calma, lo eterno y la euforia de la noche".
Esta colección otoño/invierno 2024/2025 tenía como temática central la música techno, aquella que ellos bailaron tantas veces en raves y clubs donde precisamente esa oscuridad era libertad, un lugar de encuentro con otras muchas persona que compartían -al menos- un gusto común. Y eso son precisamente las tres partes que conforman el desfile y la colección: el techno como algo más serio y más rígido; las raves, como el lugar de encuentro más desinhibo y casual; y los clubs, donde impera una elegancia más fácil de reconocer al ojo de cualquiera.
Porque esa era la motivación también detrás de presentar una colección en la que un día fue la Pasarela Cibeles: llegar a un público mayor, a todos aquellos que todavía no conocían su trabajo. Había otra motivación detrás mucho más personal y era estar también en el lugar que un día fue el escenario de la primera persona que confió en ellos cuando todavía eran 44STUDIO, David Delfín. Este les regaló por aquel entonces un ' Togheter ' con su característica caligrafía que Xavi García y Franx de Cristal -los dos nombres detrás de Acromatyx- se tatuaron. Ahora este mismo dibujo se ha convertido en un choker complemento de la colección.
El techo, las raves y los clubs
La primera parte, 'el techno', abría el desfile apostando por la sastrería más típica a través de abrigos, chaquetas, trajes, conjuntos de dos piezas... para luego dejar paso a las 'raves', prendas más de 'street style' como sudaderas combinadas con americanas y abrigos largos cuyas mangas caían varios palmos desde la mano; camisas; parkas. Y por último los 'clubs', prendas más de noche, más de fiesta, donde las trasparencias combinaban y convivían con los brillos.
La innovación en al colección estaba en dos de los aspectos fundamentales y que hacen cualquier cualquier prenda: en los materiales y en los patrones. Por un lado, el patronaje, por moderno que pudiera parecer en un primer vistazo, partía de la sastrería más tradicional fácil de reconocer en los primeros abrigos y americanas y que luego se iba deconstruyendo en el resto de la colección, también en las sudaderas por raro que pareciera.
En cuanto a los materiales, también nos encontramos con algunos como la lana, el propelín o el algodón entre los más clásicos, pero también innovación en la seda mezclada con la fibra que no solo daba pie a encontrar diferentes variedades de negros, sino también a los efectos tornasolados y a los tejidos que se arrugaban y que a la vez eran rígidos permitiendo patronajes más amplios en prendas como algunos abrigos.
Como decían Xavi García y Franx de Cristal en una entrevista para EFE, la motivación de la marca y de lanzarse a un público cada vez mayor es que sus prendas son creadas para ser vividas y, sobre todo, para llegar a otros universos personales. Quieren que sus clientes las compren, las saquen del contexto en el que ellos las prénsentan en su desfile y en sus lookbooks para hacerlas suyas, combinándolas como quieran y darle una identidad y una vida nueva haciendo que cada prenda sea diferente a cualquier otra gracias a cómo se vista. Y ahí reside, en esencia, lo clásico de Acromatyx, en que la riqueza, la vida y la exageración se la da la parte más fundamental de cualquier marca, los clientes.