La suavidad y el romanticismo se aliaron en la noche del 4 de octubre en la Semana de la Moda de París con una delicada colección propia de un cuento de hadas. La directora creativa de Alexander McQueen Sarah Burton afirmó haber retornado al siglo XVII para conseguir la inspiración, en concreto a la desembarcación de refugiados religiosos a las costas de Inglaterra, que trajeron consigo un impresionante conjunto de habilidades para tejer sedas y un amor hacia los motivos florales que nunca antes había sido descubierto.
Largos vestidos de princesa con pequeños volantes desfilaron susurrantes sobre la pasarela, muchos de ellos con pequeños volantes que proporcionaban movimiento a los conjuntos o con corsetería algo más sensual. Los bordados de flores también fueron recurrentes y el efecto desilachado daba un aire poético a los vestidos.
Los tejidos de extremada delicadeza, la seda, el tul, la organza y algo de cuero conformaban delicados encajes, y como elementos más distintivos, asimétricas chaquetas de cuero o vaqueros rotos, dándole quizá un toque más rockero a un desfile repleto de feminidad.
Simulación de la columna vertebral con cadenas
La rejilla y las cadenas también fueron protagonistas. Sarah Burton quiso simular la columna vertebral en algunos de sus vestidos, una especie de arneses que se pegaban al cuerpo de las modelos, combinados con telas vaporosas y étereas que conformaban el resto del vestido.
La diseñadora afirmó haber querido hacer todo muy suave y que incluso había aflojado la corsetería, y los tonos nude rosa y beige que predominaron aumentaron todavía más la sensación de ligereza del desfile. El calzado también inspiraba comodidad con sandalias que cubrían el pie con una no-excesiva plataforma y las transparencias sutiles y pendientes largos de grandes dimensiones también aumentaban este efecto.
La actriz Salma Hayek y su marido Francois-Henri Pinault no se quisieron perder este desfile que teletransportó a todos los asistentes a un mundo fantástico.