" Después de 10 años anunció hoy que voy a dejar Moschino. Disfruté mucho creando diseños que estarán vivos para siempre. Estoy muy agradecido por todo el amor y apoyo que he recibido en esta década. Mientras cierro este capítulo estoy lleno de emoción y ya no puedo aguantar más de compartir con todos vosotros lo que tengo preparado ". Con estas palabras y junto a una fotografía y un vídeo con Gigi Hadid vestida de novia en su colección primavera/vereano 2019, Jeremy Scott anunciaba al mundo que deja el puesto de Director creativo de Moschio después de -casi- 10 años.
La firma compartía también poco después un comunicado oficial en el que Massimo Ferretti, Presidente de Aeffe SpA, agradecía al americano haber hecho un gran trabajo con la firma durante esta década: "Gracias por tener dar comienzo a una distinta y divertida visión que formará siempre parte de la historia de Moschino ", asegurando también haber tenido una gran compromiso con el legado de la casa que un día fundó Franco Moschino.
Y es que Scott fue transgresor desde su primera colección con Moschino allá por febrero de 2014, tan solo unos meses después de incorporarse a la marca italiana, cuando presentó una primera colección que mezclaba un claro imaginario de McDonald's con una estética más 'chic' al más puro estilo Coco Chanel en los que los conjuntos dos piezas de imitación tweed se tenían de rojo y amarillo con una enorme M a su espalda -de Moschino, claro-.
De esta primera colección salió uno de los primeros complementos virales de las recién estrenadas redes sociales como Instagram: la funda para móvil que imitaba una caja de patatas fritas del McDonald's -el que no la haya tenido, la original o una imitación, que tire la primera piedra-.
Y esa fue la clave de esta década de Moschino, la viralidad. Una forma de ver la moda muy divertida, pero el trasfondo no dejaba de ser una sutil -a veces no tan sutil- a la propia industria a través de un imaginario más popular y dando a una de las grandes casa de moda italiana una imagen más de calle, incluso barata, pero nada más lejos de la realidad.
Porque no solo hacía prendas extravagantes, coloridas, aparentemente poco ponibles, sino también sátiras de cosas como la superficialidad de la industria de la moda con su colección primavera/verano 2017 en la que las modelos parecían muñecas recortables o la colección otoño/invierno 2017 lucían prendas que parecían confeccionadas de cartón y plástico para satirizas sobre el exceso de consumo en la industria que parecía más de usar y tirar que de apreciar de verdad la moda y las propias prendas.
Solo alguien como Jeremy Scott se podía permitir divertirse sobre la alfombra roja y presentar cosas surrealistas entre looks que si rezumaban glamour y dinero por todas sus consturas. Como para olvidar cuando Katy Perry apareció vestida de candelabro gigante en la MET Gala de 2019 bordando el espíritu 'Camp' que bautizaba esa exposición para, posteriormente, cambiarse a un vestido hamburguesa que se hizo viral al día siguiente. Y este es solo uno de los ejemplos.