La Reina Margarita II de Dinamarca ha cumplido este jueves 16 abril 75 años, y para festejarlo quiso reunir a la mayor parte de la realeza europea en una deslumbrante cena de gala, celebrándola la víspera de su cumpleaños. Una reunión que tuvo lugar en la capital danesa, en el Palacio de Christiansborg, y que llenó de elegancia y de mucho brillo la figura de todas y cada una de las mujeres. Un desfile real que mantuvo a media Europa con los ojos bien abiertos y que dejaron numerosas imágenes para el recuerdo.
Diseños que supieron estar a la altura del evento y otros que, desafortunadamente, no consiguieron superar, o al menos igualar, a los mejores de la noche. Aunque si hay alguien que se encargó de acaparar todo el centro de atención, esa fue la propia anfitriona. Así, el color rojo pasión acabó coronándose como la tonalidad principal del estilismo de la reina Margarita de Dinamarca, combinándola con un cuerpo de encaje. Además, en esta ocasión tan especial, la monarca tomó como fiel acompañante la tiara del siglo XIX.
Aunque entre las invitadas, el nivel también estuvo bastante alto. Y, como no, una de las más destacadas de la noche fue la Reina Letizia, quien volvío a confiar en la destreza y el gusto estilístico de Felipe Varela a la hora de elegir su vestido. Un diseño de volantes y cuello redondo caracterizado por los tonos blancos y negros y al que la esposa de Felipe VI quiso añadirle un toque español: un mantón negro de Manila. Aunque, por su puesto, todas las miradas estuvieron dirigidas hacia la tiara de reina: la tiara Princesa. Un regalo que el entonces Príncipe de Asturias le hizo en 2009 y que la monarca estrenaba por primera vez.
La tiara: el complemento estrella en Copenhague
En el caso de la Reina Máxima de Holanda, el buen gusto también pareció estar muy presente en su elección. Esta vez, la elegancia del negro acabó tomando parte de toda su figura, dándole un toque más dinámico gracias los volantes de la falda. Por su parte, la tiara 'bandeu' fue la elegida para acudir al palacio danés. Sin embargo, el vestido elegido por la Reina Matilde de Bélgica no estuvo tan acertado. Un modelo con escote barco que ya vistió en las celebraciones de la boda del Príncipe Alberto y Charlene de Mónaco y cuyo color fucsia no acababa de convencer. La tiara de las Nueve Provincias fue la elegida por la de la casa real belga.
Una mala elección que volvía a repetirse con el estilismo de la Reina Silvia de Suecia, quien optó por una confección en tonos rosados y un abrigo de pelo en color blanco roto. Un sabor de boca que también dejó la Princesa Benedicta de Dinamarca, quien no terminó de agradar a través de su vestido y túnica en tonalidades rosas. Demasiada sobriedad en una misma pieza. Sin embargo, la selección de la condesa Rosenborg si logró ser una de las mejores. Un modelo agua marina que combinó con una tiara al estilo Fringe.
Asimismo, la Princesa Mary de Dinamarca tampoco defraudó con la pieza elegida. La diseñadora Birgit Hallstein y su vestido rosa palo con cuerpo de encaje fueron los responsables de vestir el cuerpo de la monarca. Para la Princesa Marie de Dinamarca, el color azul marino, una tiara nupcial y una gargantilla de diamantes hicieron que su imagen no fuera del todo la más destacada pero sí una de las más elegantes. Por su parte, los tonos azulados acabaron bañando el perfil de la Reina Ana María de Grecia, conjuntándolo con una tirara, un broche y un colgante en color verde esmeralda. Sin duda, una auténtica pasarela de moda Real.