En febrero del pasado año el corazón de los amantes de la moda se congeló tras conocer que el de Alexander McQueen se había parado para siempre, fue entonces cuando la moda británica perdía uno esos 'enfants terribles' que revolucionó la concepción del pret-à-porter formando parte de ese olimpo en el que se sólo se encuentran los genios.
Buscar otro genio para ocupar su lugar en la firma parecía imposible pero cuando quedan pocos meses para cumplirse dos años de su fallecimiento, la que es actual diseñadora, Sarah Burton, ha conseguido lo que pocos hubieran apostado, mantener el espíritu dramático y soñador que caracterizaba el universo McQueen, además de crear el vestido de novia más visto y famoso del siglo XXI, el de la Duquesa de Cambridge Kate Middleton, convirtiendo a la marca en una de las más populares del mundo.
Sarah Burton nos habla de los volantes "masajeados" a mano para conseguir el efecto de las anémonas bajo el agua, de la inspiración en las formas anatómicas así como en las curvas de la arquitectura de Gaudí o el Art Nouveau para al final acabar haciéndolo a la manera McQueen. En concreto, ella cuenta que cuando busca inspiración nunca se fija en las referencias a la moda sino que crean un mundo y una historia que desarrollar.
La poderosa mujer McQueen
Lo que más me llama la atención es la descripción de la mujer McQueen: "La mujer McQueen siempre tiene que sentirse poderosa. Una mujer McQueen nunca se pondría algo ancho, por ejemplo, ella siempre tiene que marcar el hombro o la cintura, si tratara de hacer una figura más suelta, no sería una mujer McQueen".
Horyn también le pregunta sobre la coincidencia de inspiración subacuática con Chanel y Sarah comenta que es algo realmente extraño que le hace preguntarse "Quién ha hablado con quién" aunque finalmente comenta que la próxima primavera será una temporada muy submarina.
Finalmente habla sobre la concepción que Alexander tenía sobre la moda sobre la que pensaba que cada prenda era una declaración sobre el período de la historia en el que vivimos y por ello, se sentía en la obligación de decir lo que quería decir. Sentía que tenía que transmitir un mensaje, acerca de la sociedad o sobre sí mismo. Una herencia que Burton ha sabido manejar llevando la firma hacia un universo de cuento.