La colección se lanzó como un drop, rutina semanal en la marca Supreme para sus ventas online, donde el comprador tiene un tiempo limitado para poder hacerse con las pocas piezas que se han diseñado. De esta manera, más que generar dinero (que también lo consiguen con unos precios que su pueden considerar como razonables), lo que consiguen es un valor de marca muy potente, un contenido atractivo y la expectación durante el proceso de compra. Una gestión que se ha hecho muy popular y deseable.
El imaginario con el que ha jugado está claramente vinculado al auge de los artistas callejeros de los 80, donde los abrigos de pelo podían perfectamente combinarse con conjuntos de camisa y pantalón de traje y los detalles dorados nunca sobraban. Ahora la moda obliga a que estas capas y superposiciones de prendas aparezcan estampadas, y sobre todo si la base se forma con un mismo bloque al que se le añaden otros patrones y colores que no encajen entre sí a simple vista. El más es más como punto de partida.
La colección de una generación.
Lourdes Leon, conocida por ser la hija de Madonna, es la encargada de dar vida a una parte de la colección como imagen de la colaboración. Ella representa a la generación a la que Jean Paul Gaultier quiere llegar, esa a la cual está muy ligada Supreme. Tiene un estilo muy urbano y cool, lo que hace que su figura sea muy atractiva para dar visibilidad a esta nueva relación. Y como no podía ser menos, su comunicación se vincula de manera muy directa con el público joven. Por lo tanto, Instagram se ha convertido en la plataforma favorita de las marcas para dar a conocer sus próximos lanzamientos, haciendo alarde siempre de una imagen muy actualizada y atractiva.
Como combate diario, la ropa puede contar mucho más de lo que aparenta en un principio. Por eso, con las nuevas reglas de lo instagrameable y la crítica, aparecen los lemas camuflados entre los estampados de la colección, como 'Fuck Racism', que toman forma gracias a los collages en blanco y negro. Una estética urbana que era imprescindible, pero con el savoir faire de la sastrería masculina y la corsetería femenina características del diseñador francés.
Fiel al mensaje de individualismo e inclusividad de Jean Paul Gaultier, la colaboración con Supreme no podía dejar de lado el gender fluid. Por eso, las imágenes de la campaña se llenaron de prendas llevadas tanto por los chicos de la campaña como por ella, la única representante femenina de la colección.
Árbol genealógico
A pesar de ser Supreme la encargada de dar a conocer la colección y de venderla en su plataforma, la herencia de marca de Jean Paul Gaultier no podía faltar en ella. El francés fue el encargado del vestuario de la gira Blond Ambition de Madonna en el año 1990, icónico gracias al corsé con los pechos en forma de conos puntiagudos. Por eso mismo, Lourdes Leon (1996) era la más indicada para esta colaboración, ya que representaba a una generación millennial asociada a la marca estadounidense nacida en 1994.
Renovación de Supreme
Frente a la posible decadencia del hype que poseía Supreme, generado durante las dos últimas temporadas a los códigos estéticos tan bien vinculados con la calle y la adaptación generacional que se ha hecho con los jóvenes Z, la marca estadounidense retoma sus colaboraciones con grandes diseñadores. Al contrario que en las anteriores colabs, este perfil conseguido con Jean Paul Gaultier se aleja bastante de lo que representa tanto la marca urbana como la arista más alternativa y artística que representaba a Thom Brown, Kaws, Jeff Koons o Rei Kawakubo en colecciones previas.
Sí que se entrevió lo que vendría más tarde gracias a la unión con Kim Jones en 2017, cuando este mantenía su posición dentro de Louis Vuitton. Pese a ser dos marcas muy dispares en contenido, tanto artístico como de herencia y valores, ambas marcaron una tendencia en auge que ha seguido creciendo a día de hoy: la distorsión entre el lujo y la calle. Una barrera que, prácticamente todas las firmas, se han atrevido a derribar. Una colección que hoy llega a venderse por encima del doble de su precio original.
JPG cambia de referentes
Jean Paul Gaultier se ve en la necesidad de llegar a las masas más jóvenes, a pesar de haber representado todo un movimiento durante parte de los 80, los 90 y principios de los 2000. Su estética e imaginario creativo está muy ligado a la cultura francesa, a la ironía y a la tradición mediterránea. Siempre ha jugado con elementos deportivos, de ahí que la alianza con Supreme fuera el siguiente paso lógico en su desarrollo.
Ahora vuelve a estar en boca de todos gracias a su Fashion Freak Show, ya que es una de las pocas firmas que se puede permitir un evento de tal calibre, sobre todo por los mensajes que transmite en él: la diversidad y el sentirse orgulloso de haber sido siempre el 'rarito' que le ha convertido en 'Enfant terrible' de la moda. Porque sus diseños, así como su universo creativo, le han mantenido siempre fiel a sí mismo y le han dado ese toque de coherencia que hoy día cobra más sentido.