Fue en 1994 cuando Topshop habría la que sería su primera y más importante tienda en pleno centro de Londres, en Oxford Circus. Este envidiable escaparate hizo que sus prendas se acabasen convirtiendo en los caprichos del street style y que la firma fuese casi la única en el mundo que ofrecía a los amantes de la moda prendas arriesgadas para tener un estilo más personal, pero a un precio más que razonable. Por aquel entonces no competía con nadie: las grandes firmas conocidas en todo el mundo destacaban por ser inaccesibles y la moda rápida, como podía ser Inditex, estaba a años luz del vanguardismo que caracterizaba a Topshop.
Lo tenía todo para alcanzar el éxito comercial. Y así lo hizo. De abrir tiendas en Reino Unido pasó a abrirlas por todo el mundo (la primera de España fue en Barcelona en el 99). Quien visitaba Londres en algún momento del año no dudaba en peregrinar hasta una de sus tiendas para hacerse con alguna prenda que se convirtiese en su reliquia. Si su éxito no fuese suficiente, pronto empezaron a llegar las alianzas con grandes nombres y referentes dentro del mundo de la moda: en 2002 una colaboración con Alexander McQueen; luego con Stella McCartney...
Del cielo al infierno
Y sus prendas ya no solo formaban parte del armario de miles de jóvenes amantes de la moda en todo el mundo, sino también de los vestidores de las primeras it-girls conocidas por todas. Olivia Palermo compraba en Topshop, Alexa Chung compra en Topshop... e incluso algunas llegaron a colaborar con la firma como fue el caso de Kate Moss o Beyoncé con su firma Ivy Park. Un éxito arrollador que vino acompañado, desde los primeros 2000, por la venta online.
Pero todo lo que vino, empezó a irse. Lo que era una estrategia innovadora empezó a quedarse obsoleta con el paso de los años. Inditex y concretamente Zara comenzaron a incluir prendas más innovadoras en sus catálogos y encontrar una tienda de la firma era más fácil que una de Top Shop; la venta online comenzó a generalizarse y cada vez aparecieron más firmas que venden en todo el mundo a precios ridículamente bajos; su incursión en el mundo de las redes sociales fue lento y bastante arcaico... Unos hechos que no hicieron más que hundir poco a poco el Olimpo del Inditex británico.
Mientras Kate Upton subía las escaleras del Museo Metropolitano de Nueva York en mayo de 2016 durante la MET Gala luciendo un diseño de Topshop, la firma tomaba la decisión de comenzar a replegarse y ya en 2017 cerraba su última tienda en España, la ubicada en plena Puerta del Sol de Madrid. La firma dejó de dar beneficios y empezó a generar pérdidas. A esto se sumaron también varios escándalos sexuales por parte de Philip Green, Director de Arcadia, grupo al que pertenece Top Shop. Según reveló el Telegraph en febrero de 2019, Green había estado gastándose millones de su fortuna en evitar que viesen la luz acusaciones e incluso vídeos que probarían acoso, abusos, violaciones y actos racistas contra empleadas y exempleadas de su empresa. Tras esto, Beyoncé canceló su contrato con la firma tras lanzar una primera colección juntos y las pérdidas millonarias no dejaron de sucederse.
Todavía a pleno rendimiento
La cosa no fue mejorando de ahí en adelante a pesar de que no era muy sonado hasta que, finalmente, a término del año 2020, Acardia Group, filial a la que pertenece Topshop, se ha declarado en quiebra y su entrada en concurso de acreedores. Cuando se daba a conocer esta noticia ya se adelantaba que tanto las tiendas que todavía pertenecen abiertas de todo el grupo y como la venta online seguirán funcionando mientras que la consultora estratégica Deloitte se hace cargo del proceso concursal. "Buscaremos rápidamente muestras de interés y esperamos encontrar uno o más compradores para poder asegurar el éxito de las futura negociaciones", aseguraba desde Deloitte.